12 abr 2015

Michael de Montaigne en el siglo XXI. Apuntes sobre el Libro III de Los ensayos

Continúo con Los ensayos de Montaigne comentando los incluidos en el Libro III (Ver post sobre el Libro I y el Libro II).

Para empezar, recomiedno leer el primero: Lo útil y lo honesto (I). Asegura que nadie está libre de decir simplezas, la desgracia es decirlas seriamente. Incluye en este ensayo ejemplos de traiciones conocidas y defiende su proceder mediante este párrafo tan explícito: "Quienes acostumbran a decir, contra lo que yo profeso, que cuando llamo franqueza, simplicidad y naturalidad en mi conducta es arte y astucia, y más bien prudencia que bondad, habilidad que naturaleza, buen juicio que buena suerte, me rinden mayor honor del que me arrebatan. Pero, sin duda, hacen mi astucia demasiado astuta".

Otro ensayo interesante es el titulado Tres relaciones (III). en el que hace un ejercicio de autoevaluación muy instructivo. Habla de nuestra principal aptitud, para él, que es saber aplicarse a usos diferentes, porque permanecer atado a una sola manera de ser, es ser, pero no es vivir. Por eso, cree que las almas más hermosas son aquellas que están provistas de mayor variedad y flexibilidad.

Muy bueno también el que se titula El arte de la discusión (VIII). Afirma que el ejercicio más fructífero y natural de nuestro espíritu es la discusión. Puesto que hemos nacido para buscar la verdad; poseerla corresponde a una potencia mayor: "No está, como decía Demócrito, escondida en los abismos, sino más bien encumbrada a una altura infinita en el conocimiento divino. El mundo es solo una escuela de indagación." Pero ojo, porque advierte que "la gravedad, el vestido y la fortuna de quien habla proporciona con frecuencia autoridad a palabras vanas e ineptas".

No es de lo mejor el ensayo La fisonomía (XXII) pero son interesantes sus reflexiones sobre la muerte, cómo la afrontamos y sus alabanzas sobre Sócrates.

El último ensayo, La experiencia (XVIII), es quizás de los más autobiográficos. Habla de enfermedades, de amistad, de la importancia de la experiencia... y de que ningún deseo es más natural que el deseo de conocimiento (cita a Aristóteles en la metafísica: "Todos los hombres desean por naturaleza saber").

Bien, me gustaría terminar con cuatro pequeñas frases gemniales de stos ensayos:

  • "Jamás dos hombres juzgaron lo mismo de la misma cosa, y es imposible ver dos opiniones exactamente similares, no ya en hombres distintos, sino en el mismo hombre en momentos distintos".
  • "Porque, también para poder darse cuenta de que se ignora, se requiere cierto grado de inteligencia, y hay que empujar la puerta para saber que la tenemos cerrada".
  • "Yo tengo mi propio y exclusivo diccionario: cuando es malo y desagradable; cuando es bueno, no lo quiero pasar, lo degusto, me fijo en él. Hay que pasar corriendo lo malo, y detenerse en lo bueno".
  • "El dolor, el placer, el amor, el odio son las primeras cosas que siente un niño; si, al aparecer la razón, se acomodan a ella, eso es la virtud".

Al final de los ensayos aparecen unas cuantas sentencias e inscripciones pintadas en el gabinete y la biblioteca de la torre del castillo donde se recluyó Montaigne. En el gabinete escribe que "ha consagrado esta sede y este dulce escondrijo de sus antepasados a su libertad, tranquilidad y ocio".


Las leyendas distribuidas por las vigas y el techo de la biblioteca son citas de Horacio, Sexto Empírico, Lucrecio, Sófocles, Menandro, etc. De ellas seguro que irán apareciendo algunas aquí en mi blog. Como ejemplo esta de Eurípides: "¿Quién sabe si lo que llamamos morir es vivir, y si la vida no es muerte?".

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