28 feb 2015

De qué habla Haruki Murakami cuando habla de correr. La motivación bien vivida

Mi buen amigo Ezequiel, conociendo mi afición a las carreras populares, me prestó este libro de Haruki Murakami, De qué hablo cuando hablo de correr, asegurándome que me vería reflejado en él porque encontraría muchas similitudes con los esfuerzos de Murakami a la hora de correr y escribir, todo ello con la debida distancia.

En De qué..., Murakami reflexiona sobre la influencia que el deporte ha ejercido en su vida y en su obra. Y es que, como escribe, las carreras de larga distancia han ido educando, formando y fortaleciendo, para bien o para mal, "a esta persona que soy yo ahora".

Después de leerlo me apetece compartir en este blog mis impresiones y, sobre todo, recomendar su lectura. No solo a las personas que les guste correr sino también a cualquiera que esté interesado en aprender algo sobre motivación porque este libro es un claro ejemplo de automotivación, humildad y fortaleza mental.

El libro, como obra literaria, la verdad es que probablemente no aporta mucho, bien escrito eso sí, pero como ejercicio de autosuperación, motivación, humildad... no tiene mejora, es sublime. No molesta en absoluto su detallada descripción de los kilómetros recorridos, ni la descripción de las condiciones climatológicas en los momentos de carrera o de los entrenamientos, ni su recreación en los paisajes abiertos o urbanos, ni los detalles técnicos sobre la carrera, la natación, el ciclismo... No cansan porque precisamente hacen que el lector se sumerja en el interior de Murakami y pueda casi revivir sus sentimientos, los esfuerzos o las motivaciones que va sintiendo. Sin darte cuenta te vas identificando con él, supongo que sobre todo si te gusta correr y escribir.

A lo largo del libro, se suceden un montón de anécdotas en las que va demostrando su capacidad de autoestimularse durante la carrera y en la vida. Reconoce que el dolor es inevitable pero que el sufrimiento es una opción, depende de uno mismo. Reconoce que disfruta corriendo porque es tal vez lo más provechoso y lo que más sentido tiene en su vida, para su cuerpo y su espíritu.

Su motivación, como la de otros corredores de fondo, no se basa en que otro corredor les supere o superar a otro durante la carrera, eso no tiene importancia, porque si la motivación para correr una carrera desaparece (o disminuye) cuando no tienes ese rival está claro que se aguanta poco. Para su motivación basta el orgullo (o algo parecido, puntualiza) de haber conseguido terminar la carrera, es el criterio verdaderamente relevante para los corredores de fondo. Este párrafo lo dice todo:

"Los tiempos individuales, el puesto en la clasificación, tu apariencia, o cómo te valore la gente, no son más que cosas secundarias. Para un corredor como yo, lo importante es ir superando, con sus propias piernas y con firmeza, cada una de las metas. Quedarse convencido, a su manera, de que ha dado todo lo que tenía que dar y de que ha aguantado como debía. Ir extrayendo alguna enseñanza concreta (no importa lo nimia que sea, pero que sea lo más concreta posible) de las alegrías y los fracasos. Y, a base de tiempo y de años, ir acumulando una por una carreras de ese tipo para, finalmente, sentirse satisfecho. O, tal vez, aproximarse, siquiera un poco, a algo parecido a eso (sí, tal vez esta expresión sea más adecuada)".

Así, escribir novelas es, para Murakami, como correr un maratón, porque para un creador la motivación se halla, silenciosa, en su interior, de modo que no precisa buscar en el exterior ni formas ni criterios.

Me han gustado especialmente, al margen de lo comentado anteriormente, dos aspectos que reflejan su tremenda humanidad: el reconocimiento, nada impostado, de las limitaciones de su persona y la plácida asunción de la vejez.

Sobre lo primero habla de que cuando tenía dieciséis años esperó a quedarse solo en casa, se desnudó ante el espejo y se puso a observar minuciosamente su cuerpo, anotando en una lista todas las cosas de su cuerpo que le parecían por debajo de la media. Experimentó una leve sensación de patetismo que se enquistó en su interior y su recuerdo ha permanecido para siempre. Su lamentable balance, según sus palabras, le hace sentir que "este recipiente que yo soy no es más que algo lastimoso e insignificante". Esta idea de patetismo le acompaña durante muchas de las historias en las que relata su lucha frente a esas limitaciones. Incluso añade una nueva autocrítica cuando reconoce humildemente que no está hecho para los deportes de equipo, es muy individualista, quizás por no haber tenido hermanos, añade.
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Su asunción de la vejez es realmente ejemplar y motivante. Reconoce que en algún momento de la vida todo el mundo alcanza la cota más alta de su capacidad física y después viene el declive. La describe como una época dominada por la desilusión de no ver recompensados suficientemente los esfuerzos y una sensación de bloqueo, él habla de la "tristeza del corredor" (runner's blue). En ese momento no es capaz de discernir con claridad si es feliz o infeliz pero no cree que merezca la pena preocuparse en exceso por eso. Es la primera vez que experimenta lo que es envejecer y la sensación que eso trae aparejada:

"He envejecido y el tiempo se va cobrando sus cuotas. Nadie tiene la culpa. Son las reglas del juego. Es igual que los ríos que fluyen hacia el mar. Sólo puedes aceptar esa imagen tuya tal como es, como una parte más del paisaje natural. Quizá no resulte una tarea muy grata. Y quizá lo que descubras tampoco te guste particularmente. Pero pienso que nada puedo hacer. Hasta ahora, a mi manera —y aunque no quepa decir que haya sido suficiente —, he venido disfrutando más o menos de la vida".

Se despide con una propuesta de epitafio, muy descriptiva de lo que es el libro:

HARUKI MURAKAMI
Escritor (y corredor)
(1949--20**)
Al menos aguantó sin caminar hasta el final

Toda una metáfora de motivación bien vivida. Leedlo sin falta!!!

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