31 oct 2011

Seamos amables

Interesante artículo en el suplemento de La Vanguardia, del sábado 29 de octubre del 2011, con el título "Sea amable (vivirá más y mejor)" sobre la amabilidad como fuente inagotable de recursos que conducen al éxito. Nos hace más fuertes, más sanos, más felices, más seductores y más creativos. En tiempos de crisis, mejor derrocharla que recortarla para obtener placer y bienestar.


Se habla de diferentes fuentes y expertos que en los últimos años han estudiado y teorizado sobre la amabilidad. Por ejemplo, se hace referencia a la psicóloga de la Universidad de California Sonja Lyubomirsky que afirmaba, tras diversos estudios, que los actos amables crean en nuestra vida cotidiana un mayor sentimiento de felicidad. O las teorías del oncólogo sueco Stefan Einhorn que en su libro El arte de la bondad (DeBolsillo), afirma que la amabilidad se convierte en uno de los más eficaces impulsores de cohesión social pues acaba creando sociedades más unidas, respetuosas y solidarias, enérgicas frente a la adversidad y capaces de gestionar las dificultades.

También hay referencia a Barbara Fredickson, directora del Laboratorio de Emociones Positivas y Psicofisiología de la Universidad de Michigan (Estados Unidos), destacando que ya hace años manifestó que las emociones positivas son una de las claves de nuestra supervivencia, porque nos ayudaron a desplegar capacidades físicas, psicológicas y sociales. Gracias a ellas hemos desarrollado, junto a las inteligencias Analítica y Emocional, la Inteligencia Ética (IE). Un alto coeficiente de IE nos predispone a hacer el bien, a ser amables con los demás, a resolver más y mejor los problemas, a ser sinceros sin herir, a liberarnos del sentimiento de culpa y a saber decir no.

Se incluye asimismo referencia a dos comentarios de Begoña García Larrauri, doctora en Psicología y profesora titular del departamento de Psicología de la Universidad de Valladolid: “La auténtica amabilidad es un rasgo de fortaleza y no debe confundirse con la sumisión o el deseo de complacer en contra de nuestros deseos o intereses, o incluso de nuestro propio bienestar.” y “La verdadera amabilidad está muy relacionada con el respeto hacia el otro, de modo que la persona amable permanece libre de prejuicios, expectativas y creencias hacia las personas. También con la generosidad, la simpatía y la empatía”.

Lo mejor es leer el artículo pero antes de terminar me permito copiar dos párrafos que me parecen muy interesantes:

  • La amabilidad es la aliada perfecta para soportar el dolor o atenuar la ansiedad, porque nuestro estado de ánimo y nuestra actitud mejoran. Y eso provoca en el organismo un flujo mayor de endorfinas. Como cuando hacemos deporte, escuchamos buena música, vemos una buena película o practicamos buen sexo, al ser amables las endorfinas corretean por nuestro organismo proporcionándonos placer y conectándonos con un bienestar no solo psicológico, también físico. Y engancha, dicen los expertos, como una droga. “Ayudar a los demás funciona como los narcóticos, pero sin secuelas”, describe el oncólogo Stefan Einhorn. Asimismo, la emisión constante de endorfinas que conlleva ser amable disminuye la sensación de dolor, porque su principal efecto se centra en elevar el umbral de este. Hacen que tenga que ser cada vez más intenso para notarlo, porque a mayor nivel de endorfinas, menor sensación de dolor. Para resistir los embates de determinadas enfermedades en nuestro cuerpo y en nuestro espíritu, y los efectos secundarios de sus dolorosos tratamientos, la amabilidad asoma, entonces, como un socio inmejorable. Aunque no podemos olvidar, apuntan numerosos especialistas, que su abanico de influencia es amplio y abarca numerosos campos. Condicionados por el efecto positivo de las endorfinas que producimos al ser amables, mejora nuestra memoria, se regula el apetito, disminuye la irritabilidad e, incluso, puede resultarnos más fácil abandonar adicciones como el consumo de tabaco y de alcohol. Sin que nos cueste un euro, poner en práctica la amabilidad, la auténtica y genuina, supone un gran avance en cuanto a medicina preventiva se refiere. Es un valor seguro que no está expuesto a los vaivenes de los mercados y que con la crisis no debe recortarse. Muy al contrario, si la derrochamos, como reclaman los expertos, redundará en nuestro beneficio, en nuestra salud, y en el del sistema sanitario. Porque nos hace más fuertes, más resistentes y garantiza para nuestro organismo una fuente casi inagotable de energía.

  • Ser amables contribuye a mejorar nuestra salud y nuestras perspectivas laborales, pero también esconde uno de los secretos de la seducción. Hace poco más de dos años, la encuesta de un portal de internet destinado a encontrar pareja concluía que las personas amables tienen más posibilidades de dar con su media naranja. ¿El secreto? La amabilidad hace de nosotros personas populares, apreciadas, integradas en el grupo y arropadas por él. A su vez, sentirnos así aumenta la confianza en nosotros mismos y nos hace más atractivos. A ojos de los demás, está demostrado que una persona amable es hermosa. Cuando las mujeres confiesan en amplia mayoría que prefieren a los hombres caballerosos, solo hacen referencia a que, para compartir la vida, desean a un hombre generoso, respetuoso, simpático, comprensivo, que sea capaz de ponerse en su lugar y que no tema expresar sus sentimientos. Un hombre, en definitiva, amable. Y es que reputados sexólogos han hecho caer el mito de que ellas los prefieren canallas. Las mujeres quieren compartir su vida con una buena persona. Como ellos. Porque cuando los hombres afirman desear mujeres que los hagan reír, capaces de darlo todo, espléndidas en la vida y en la cama, no hacen más que describir los ingredientes del cóctel que nos endulza la vida y la hace más cálida, especialmente en tiempos difíciles: el de la amabilidad.
Salud y a ser amables

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